Hoy volveré a nacer: pido permiso.
Permiso útero, permiso cordón prieto.
Permiso agua, placenta, oscuridades.
No podrá retenerme la tibieza
plácida y calma del vientre cobijante.
No podrán disuadirme las presiones
De este túnel de carne que hoy me puja.
Con decisión inequívoca y sagrada
Determino nacer: me doy permiso.
Y aquí estoy, desnudo de corazas,
Dispuesto a recibir besos y abrazos
(no la palmada que provoque el grito:
Ya no permitiré que me golpeen.)
Parteros de quien vengo renaciendo,
Miren quién soy: soy digno. Los recibo.
Miren quién soy: adultamente niño.
Miren quién soy: vengo a ofrecer mi entrega.
Miren quién soy: apenas si respiro,
Pero, de pie, me yergo y me estremezco,
dándome a luz en mi realumbramiento.
Tengo coraje para empezar de nuevo:
Fortalecido en mis fragilidades
Lloro de dicha, de dolor... Lloro de parto.
Lloro disculpas a quienes no me amaron,
Por el maltrato, el frío, el abandono:
Lloro la herida de todo lo llorable.
Y lloro de ternura y de alegría
Por tanto recibido y encontrado:
Lloro las gracias por el amor nutricio,
Por la bondad de los que me ampararon.
Lloro de luz, y lloro de belleza
Por poder llorar: lloro gozoso.
Bienvenida es vuestra bienvenida.
Sin más queja, dolido y reparado
Por la caricia de este útero abrazante,
aquí estoy: recíbanme. Soy digno.
Me perdono y perdono a quien me hiriera.
Vengo a darles y a darme íntimamente
Una nueva ocasión de parimiento
A la vida que siempre mereciera.
Me la ofrezco y la tomo. Me redimo.
Con permiso o sin él, YO me lo otorgo:
Me doy permiso para sentirme digno,
Sin más autoridad que mi Conciencia.
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